Cualquier camino que se coja en la parte oeste o norte
del pueblo te lleva a paisajes fuertes y espectaculares. Con no perderse a la
vuelta es suficiente, y como referencia están las líneas eléctricas y la
espadaña de la iglesia. Quizás sean los paisajes de los caminos en primavera y
otoño uno de los mayores atractivos, que suelen pasar desapercibidos porque
normalmente “se va a ver algo”, pero no apreciamos por donde vamos. Paisajes
ondulados y cálidos hasta llegar a los cortantes, paisajes transformados
temporalmente por el hombre con las paredes o cercas que cierran las cortinas
(espacios pequeños de tierra) para que no entre o salga el ganado, con las
casitas redondas perdidas por el campo y que servían de refugio, los paredones
(bancales) con los que sujetar la tierra y poder plantar unas olivas o unas
cepas. Todo en la misma piedra de la que está hecho el pueblo, pero colocada de
forma más perentoria. Caminos de andar, de herradura, de los que cuando uno
comienza a cansarse, pues se da la vuelta. No hay pérdida porque los caminos te
llevan a donde vayas y te traen de vuelta al pueblo. Tampoco hay señalización
de las rutas, quizá porque el ayuntamiento ha estado ocupado en otras cosas. ¿A
dónde te llevan los caminos?